"Un lugar para la alquimia"

La Cumbre, Córdoba, Argentina
En pleno corazón de La Cumbre, alejado del ruido y el estrés; en una casona de estilo inglés de principio de siglo pasado, donde la sobriedad, elegancia y su fina decoración, se unen para dar paso a un hotel con personalidad propia, que lo invita a relajarse y disfrutar de un entorno natural, donde solo hay lugar para el placer y el relax. Dispone de un parque de 10.000 mts2, llano, igual que las instalaciones por dentro que están en una sola planta, lo cual hace del hotel un lugar cómodo para personas mayores y niños.

viernes, 17 de febrero de 2012

Qué visitar desde Villa Art?



HORNO HISTÓRICO EL ARGENTINO
 Ubicado a la vera de la ruta nacional Nº38, este horno fue construido en 1884 por el Dr. Bialet Massé y fue utilizado para la elaboración de cal hidratada. Debajo de este horno, que llegaba a producir unas 26 toneladas diarias, existía un túnel de más de 100 mts. de longitud que facilitaba la colocación del material. Las cale producidas en este horno fueron destinadas a la construcción del primer dique del lago San Roque y del dique Mal Paso.

MUSEO Y CASA DE LA CULTURA 
Se halla en la Av. Mataró 369 y funciona en la vivienda que el Dr. Bialet Massé habitó durante siete años. Se exponen algunas pertenencia s del constructor del dique San Roque y precursor de la defensa de los derechos del trabajador, una colecc9ión de billetes argentinos y obras de artistas locales. También se puede realizar una visita guiada que recrea las distintas etapas de la construcción del primer dique del lago San Roque a través de hermosas fotografías. Horario de visita: Miércoles a Domingos de 10 a 12:30 hs, y de 16 a 18:30 hs. Entrada libre. 

CABALANGO
Es una pequeña población ubicada a 6 Km. al noroeste de Villa Carlos Paz y a 5 Km. al sur de Tanti, con bellos paisajes y numerosos arroyos. Se puede llegar por ruta 28, que va a Tanti, ó por Villa Carlos Paz ingresando por calle Roma, cuyo viaje de 6 Km. recorre montañas y valles, proporcionando un placentero viaje.
La localidad es atravesada por el Río Los Chorrillos, cuyas aguas yodadas le dan el color que lleva en el nombre su nuevo hotel: "Aguas Doradas". Este Río, luego de serpentear los valles y quebradas, desemboca en el Dique San Roque sobre su costa oeste. En la rivera de sus río se encuentran los campings con cómodas instalaciones y asadores protegidos por coposos árboles. También se puede disfrutar el Arroyo Cabalango y visitar el Monumento a Bamba.

DIQUE SAN ROQUE

Terminado en 1944, tiene un volumen de 350 Hm3, una cota de vertedero de 35,30 mts. y reemplazó al construido entre 1885 y 1891 por los Ingenieros Cassaffousth, Bialet Massé y Dumesnil. En su momento fue el mayor del mundo.
CAPILLA SAN JOSÉ

Fue construida entre 1721 y 1745. Tiene pórticos con cabreadas y en su interior cada viga ha sido decorada con lazos, círculos y un rostro humano como motivo central.



CAPILLA Y CASCADA DE OLAEN

La capilla, del año 1750, era parte de la estancia y otras posesiones que el Obispo Salguero y Cabrera donara en 1760 en sostenimiento del Hospital San Roque. Puede visitarse solicitando llave. La cascada configura un paisaje valioso.

HOTEL EDÉN

Finalizada su construcción en 1895 sobre la estancia del mismo nombre, sus propietarios lo promocionaron en Europa. Tuvo así una afluencia particular y calificada durante varias décadas (Einstein, Arturo Toscanini, Sara Bernhardt, entre otros). Actualmente en restauración puede ser visitado por el público.


CERRO URITORCO

Con sus 1950 mts. es el más alto del cordón de Sierra Chica. Hacer cumbre en él es un ejercicio interesante, sin dificultades.


SAN MARCOS SIERRAS

Antigua población construida a partir de la devolución de tierras a una comunidad indígena. La región, encerrada entre montañas y surcada por dos ríos, posee una rica vegetación y es centro de prestigio en la producción de miel en la provincia. Posee una capilla edificada entre 1671 y 1677, y ampliada en 1734, con una imagen patrona de gran antigüedad y un molino hidráulico del siglo pasado.

DIQUE EL CAJÓN

Ubicado a 3,5 Kmts. de Capilla del Monte, este embalse tiene un paredón de 42 mts. de altura. Está enclavado en el antiguo paseo "Cajón del Río", permite la práctica de la pesca y realizar distintas actividades náuticas sin motor. e una � l a �߷ p�� a entre 1671 y 1677, y ampliada en 1734, con una imagen patrona de gran antigüedad y un molino hidráulico del siglo pasado.


CAPILLA DEL MONTE

Es la puerta norte al valle de Punilla, donde se mezcla el paisaje del valle con el agreste del norte cordobés. Capilla del Monte se levanta al pie del Cerro Uritorco (1.950 SNM.).
La disponibilidad de recursos naturales y culturales resaltan a Capilla del Monte, como hacer caminatas a Huertas Malas o al Dique Los Alazanes, Visitar el Dique El Cajón (inaugurado en 1993), descubrir las vistas panorámicas desde el camino de tierra que lleva a San Marcos Sierras, refrescarse en los numerosos balnearios, admirar el paisaje en Agua de Los Palos en el cerro Las Gemelas, recorrer el Museo Histórico El Caserón de Los Recuerdos (Horario: de 9 a 21 hs.) y el Museo Fotográfico Ochonga (entrada libre, horario comercial); y, visitar, al norte del pueblo, Los Mogotes, el Paso del Indio o Los Paredones.

y mucho más ...

miércoles, 8 de febrero de 2012

El Hechizo del "Valle de los Comechingones"


Texto: Rubén D. Fernández Lisso

“En medio de lo más alto de las Sierras Chicas, en el pinar de verdes oscuros y sombras, los rayos de sol penetran con calidez. La brisa suave y fresca juega con las plantas. Los pájaros y los insectos cantan a la vida. No hay ruidos de autos, ni de fábricas. En realidad, no hay fábricas. No hay contaminación. El cielo es tan celeste como puede ser.Ahí, donde vive la naturaleza, encontró su refugio el escritor.”
Cuentan que por ahí hubo canteras de mármoles y minas de oro. Los folletos de la época recomendaban el lugar a turistas en busca de recreación o para el cansado hombre de negocios en busca de reposo.  Monseñor Pablo Cabrera, en su obra Punilla: desde el Dique al Uritorco, habla de una pintura rupestre que los autóctonos llamaban el letrero: Era un alero de piedra como de seis o más metros de ancho y tres o cuatro de alto. De todo participaba: de mirador, de adoratorio y de vivienda. Se destacaba en lo alto del acantilado o barranca del río, extendiéndose de Este a Oeste.Había que subir por una escalinata de granito, que ya en esa época, estaba desgastada por los siglos En el fondo de la granítica mansión se desarrollaba una pictografía soberbia, interesante, valiosísima. Representaba con todos sus pormenores, y hasta con detalles de cierto sabor cómico, una corrida o boleo de avestruces y guanacos hechos por los indios a través de la pampa de Oláen o Ayampitín. De tres colores habíase servido: plomo, negro y rojo, la mano anónima que trazó la pictografía. Otro detalle curioso: a falta de parejeros, servíanse de vicuñas o llamas, los campeones.El relato casi mueve a las lágrimas cuando uno pregunta: ¿y dónde está?
Francisco Capdevila, historiador de la zona, se revulve en la silla y se frota las manos, un poco inquieto: Parece que una explosión en las minas aledañas terminó con todo. Todavía quedan en zona morteros comunales: son perforaciones en la roca dura que los aborígenes usaban para moler el grano. También quedan restos de lanzas de pesca, arcos y flechas, boleadoras. Cuentan que los autóctonos vivían en zocavones de piedra, tanto naturales como esculpidos por ellos. Cuentan que los hombres tenían barba. Y que los caciques junto a sus hijos, labraban la tierra y sembraban el maíz plantando una a una las semillas. Igual que cualquier hijo de vecino.Cuentan que eran pacíficos, que adoraban al sol y la luna. Que aprendían el evangelio muy fácil. Que comían semillas de chañar y algarroba, que pescaban, que cantaban, que bailaban. Vaya uno a saber. Ya no están más. Igual que el letrero.Deploré entonces no haber aprendido a dibujar, cuenta Monseñor Cabrera; y ello me sugirió la idea de regresar, en plazo más o menos corto, a aquel paraje, para hacerme por medio del objetivo, del pincel o lápiz, de un trasunto de el letrero. Más cuando me aprestaba años después, para llevar a cabo esta resolución, supe de muy buena fuente que, o por efecto quizás de una explosíon de dinamita en alguno de los yacimientos de oro y plata (no sabría asegurarlo), explotados hasta hace poco a inmediaciones del alero, o por algún movimiento sísmico producido, qué sé yo cuándo, en la región, el monolito había rodado hecho pedazos al fondo de la arteria.
Uno no sabe si deplorar más la inhabilidad, la lentitud o la desinteligencia ¿No podía ir inmediatamente con alguien que supiera dibujar? ¿Pensó que duraría para siempre? ¿No le importó tanto? Años después uno no puede más que acumular preguntas. El letrero se esfumó junto con sus anónimos autores.Cuentan que llegaron los primeros colonos y que construyeron hermosas mansiones. Dicen que eligieron los lugares más bellos. Dicen que amaban el hilito de agua de vertiente que pasaba dejando su melodía por el costado de la vivienda principal. Dicen que un día el hilito de agua creció, se convirtió en una fuerza descomunal que arrasó la vivienda y las vidas de los habitantes. Dicen que aprendieron dónde construir. Y construyeron una cancha de golf. Los jugadores, entre tiro y tiro, fueron juntando una por una las piedras, del sitio que hoy es un vergel maravilloso. Y después llegó el dique. El más grande de sudamérica. Y las sequías no se volvieron a repetir con la intensidad de antaño.El autor caminó por estos pagos cuando los folletos ya eran impresos en máquinas offset a 4 colores. El escritor entre las sesiones a bordo de su máquina Woodstock, derramó 14 libros en 14 años, construyó un lugar mágico de la cultura enclavado en un lugar mágico de la naturaleza. El Paraíso, la casona colonial que habitó desde 1969 pinta un Mujica Lainez atesorador de maravillas, sofisticado, excéntrico, elegante. Su casona combina la magia, con el arte, los documentos con lo esotérico.El Paraíso de Manucho atesora pinturas, esculturas, manuscritos y objetos personales. Difícil definirlo mejor que Amelia Bence, que un día le dedicó estas palabras: ¡BELLEZA! ¡BELLEZA! ¡BELLEZA! Es tu casa y eres tú.

El cielo celeste, los ríos y las vertientes, la brisa suave y el sol cálido, siguen siendo los mismos. No hay fábricas. No hay canteras. No hay oro. No hay plata. El tren dejó de pasar. Cuentan que el autor inuauguró el primer café concert del lugar. Se llamó El pianito loco, donde entre otros actuó Bergara Leuman. Ya no hay café concert.En La Cumbre, uno agradece haber recorrido los 94 kilómetros en dirección Nornoroeste desde Córdoba capital, haber probado los exquisitos mil hojas de Dany Cheff o los generosos lomitos que sirven en El Andén. Uno disfruta de seguir conectado al mundo en Planeta Tierra. Uno puede gozar la maravillosa cancha de golf (18 hoyos, par 70), las cabalgatas noctunas los días de luna llena o los perfectos terrenos para hacer mountain bike o trakking. Uno puede hospedarse en hoteles hasta tres estrellas, en hosterías, bungalows o cabañas de ensueño, en increíbles estancias. Ahí, uno puede ir a tomar algo a ... (·), antes de terminar la noche bailando en Tobys, un clásico del lugar.

Ahí, en la casa de Mujica Lainez, hay manuscritos de Rubén Darío, Marcel Proust, Juan de Garay, García Lorca, y muchos otros. Están el monóculo, la lapicera y el anillo del escarabajo de lapislazul del autor, duermiendo una soberana siesta adentro de una vitrina. Al lado, cerámicas precolombinas conversan con una piedra tallada en China, que contiene vaya uno a saber qué maldición, por suerte ya extinta. En tanto, bastones de monjes chinos se mezclan con santos de vestir europeos que miran fijo pinturas de Soldi, Victorica y muchos otros. Ahí, una página del manuscrito Juvenilia, de Miguel Cané convive con esculturas de Fioravanti, Yrurtia, Zuhur. En El Paraíso de Manucho, Hermenegildo Sabat se encuentra con Xul Solar, Borges con Tito Rivera y Ramón Columba con Victoria Ocampo.El Paraíso de Mujica Láinez tiene mil historias que contar, mil personajes para conocer. 

Los folletos de la era digital recomiendan el lugar para turistas en busca de recreación o para el cansado hombre de negocios en busca de reposo. Medio año con sol radiante, un cuarto nubladito. Dieciocho grados de promedio en todo el año. Un clima top, super top para la salud, comenta un extrajero que eligió el lugar para afincarse. Ahí viven cóndores y ágilas. Viven pájaros carpintero y gorriones. Viven tordos y zorzales. Viven zorros y serpientes. Viven cuises y perdices. La naturaleza llegó antes que nosotros y nos sobrevivirá. Ahí, el atardecer lo tiñe todo de oro.Uno quiere pensar en algún depredador del arte que guarda en un egoísta sitio el letrero. Que un día morirá un rico coleccionista británico y en el subsuelo de su castillo, aparecerá el canto de los comechingones. El intihuasi. Uno quiere pensar... Pero el ruido de la naturaleza lo hunde a uno en el silencio. El autor, uno piensa, encontró su refugio en el silencio.

El Castillo Mandl


Otrora: El Fuerte

“Hacia finales de la segunda guerra, testigos relatan que se llevaban a cabo interesanes partidas de naipes en los jardines del castillo, interesantes, más que por el juego en sí, por los personajes que participaban. Visto de lejos, se diría que unas cuantas damas estaban reunidas a la mesa en ludica actividad, visto más de cerca era evidente que dichas señoras tenían de señoras únicamente la vestimenta...”

El Castillo se encuentra rodeado de un magnífico paisaje, sobre la ladera de las sierras que limitan La Cumbre por el Este, actualmente tiene unos 800 metros cubiertos y el total de la propiedad son 17 hectáreas.
El hoy conocido como Castillo Mandl, fue originalmente construido por el arquitecto Emilio Maissonave a pedido del médico rosarino Bartolomé Vasallo, con el fin de ser utilizado como residencia veraniega, en 1930. Por aquel entonces todos lo llamaban "el Fuerte". Su estructura ostentaba  torres, contrafuertes, almenas, un cañón de utilería que custodiaba la entrada, y un busto en tamaño natural de Edelmira Quintana, la mujer del médico. La historia del lugar está colmada de leyendas.

El arquitecto Emilio Maisonnave nació en Mar del Plata  el 9 de mayo de 1906. Realizo obras importantes, entre ellas, la sede central del Banco Provincial de Santa Fe, en Rosario. En Buenos Aires, el edificio de Cerrito 760 (hoy sede del tribunal de Justicia de la ciudad) junto con el arquitecto Juan B. Durand.

Vasallo quería un edificio colonial con torres y almenas, etc. Se sentía un señor feudal, comentaba Maisonnave. El y Ernesto Manzella (que había sido su compañero de estudios en la Facultad y con quien trabajaban juntos, como jóvenes arquitectos asociados con Durand) querían disuadir al medico famoso de las exigencias que imponía, pero Durand les decía a ellos: Llévenle el apunte que va a pagar bien.
Además de ser un cirujano de enorme fama y contracción al trabajo, que comenzaba a trabajar a las 4 y media en verano y a las 5 y media en invierno, y que llegaba a operar de cinco a seis enfermos por día, Vasallo era propietario de siete estancias en Entre Ríos: El Sauce, La Unión, San Carlos, La Margarita, El Triunfo, La Graciada y La Energía, consideradas modelo de explotación ganadera y agrícola.
Vasallo daba señales de su presencia en la morada, izando una bandera azul y acostumbraba con su esposa a pasear a caballo por las calles de La Cumbre. Donó su castillo a la Municipalidad pero, en 1942, el oneroso costo de mantenimiento hizo que el municipio lo llevara a remate público. Si hasta entonces su particular fisonomía lo había convertido en una atracción turística, su nuevo dueño, Fritz Mandl, le sumaba los rasgos de su personalidad poco común para transformarlo en centro de permanentes comentarios.
Sonia Baraldi de Marsal, residente en Los Cocos, recuerda que siendo niña mas de una vez  fue con sus padres, el doctor Alberto Baraldi y Clemencia Casas Duchesnois, a tomar el té al castillo del doctor Vasallo. Recuerda que entraba en un hall en penumbra y había un busto de Edelmira Quitana, la esposa de Vasallo, que le impresionaba mucho (me asustaba) porque le parecía toparse con la dueña de casa. Había un foco que iluminaba directamente al busto, que estaba sobre una columna y tenia una peluca colorada (el color de pelo de Edelmira), pestañas postizas, etc. Era como una replica de sí misma: un día estaba con tules morados, otro día, con una estola de visón... De repente aparecía ella a saludar y Sonia veía a las dos, era como muy teatral. Edelmira cambiaba el abrigo, los adornos, del busto y explicaba: Quiero ser todos los días distintos para mi marido. Vasallo era bajo, solía estar vestido de oscuro, con cuello duro, chaleco. Usaba pertinentes (anteojos sin patillas. Era zezioso. De extracción social humilde, ganaba muchísimo dinero como cirujano que era. Se concentraba en operaciones de apendicitis. Edelmira Quintana provenía de una familia de abolengo. En mi familia tenemos mas brigadieres que los Alvear, decía. Y Vasallo le comentaba a Maisonnave: mire en que cosas se viene a preocupar mi mujer.
Mandl fue un personaje novelesco que recorrió como protagonista buena parte del siglo 20.
En Austria heredó una fábrica de armas desde la que ayudó a pertrechar a la Alemania de Hitler, y la primera de sus cinco esposas fue una actriz vienesa que filmó el primer desnudo total de la historia del cine.
Una pelea personal con el ministro nazi Hermann Göring acabó con la expropiación de sus bienes en Europa, y a mediados de los años ’40 llegó como refugiado a la Argentina con su Rolls Royce, una corte de mantenidos y una tonelada de oro en lingotes.
Aquí abrió fábricas y empresas durante el peronismo, que debió cerrar cuando los norteamericanos lo hostigaron sospechándolo de nazi y, tras su muerte en Viena, en 1977, se desató una guerra por su herencia que tardó años en resolverse.
En 1944 Lo compró el aristócrata, fabricante de armas, austríaco Fritz Mandl, quién había desembarcado en la Argentina buscando refugio de la peligrosa Europa.

Dueño de un espíritu de vanguardia, Mandl llevo a cabo una remodelación plena de modernismo para la época. Sus interiores tienen, el inconfundible sello del diseñador francés Jean Michel Frank, cultor del minimalismo en el siglo XX, de Diego Giacometti y mobiliario de la prestigiosa Casa Comte.
Así, fueron eliminados los elementos que lo caracterizaban como una fortaleza más que como una residencia, y se logró un estilo muy particular y de avanzada para los años 40. A partir de entonces lo visitaron numerosas personalidades europeas: nobles, políticos y militares pasaron temporadas allí mientras su dueño permaneció en el país.
El castillo de La Cumbre fue el último escenario argentino en la vida de Fritz Mandl. Allí vivió por temporadas con sus dos últimas esposas, allí guardaba su colección de arte.  Luego de su muerte en Viena durante 1977, el Castillo sirvió como lugar de veraneo para Gloria, hija de Fritz, quién veraneaba con su familia y amigos todos los años, posteriormente, según la versión oficial, Alejandro Mandl, hijo de uno de los matrimonos de Fritz, quién había partido a Europa, ofreció a su amigo Hugo Anzorreguy tomar a su cargo la propiedad a cambio del mantenimiento y el pago de gastos y tasas.
Anzorreguy lo hizo reparar, remodelar y reequipar, convirtiéndolo en el lugar de descanso de su familia, y a la vez en sitio de peregrinaje de lo más granado del menemismo (incluso el propio Carlos Menem) y hasta escenario de una memorable despedida de año junto a jueces federales de la Capital.
En principio quiso hacer del Castillo Mandl un spa. El proyecto quedó de lado, tal vez porque su mujer se entusiasmó con la mansión o, tal vez, porque un spa era un negocio poco recomendable para guardar secretos. Lo cierto es que los agentes de la Side menemista pasaron sus bucólicas vacaciones mientras jugaban al golf.

Desde diciembre de 2006, el castillo, con su parque de 11 hectáreas, se ha transformado en una hostería de 15 habitaciones, en la que misteriosos recuerdos aún flotan entre sus paredes de piedra y que ofrece a sus huéspedes participar del encanto del lugar.

Fritz Mandl

Como ocurre con personajes que rozan la leyenda, Fritz Mandl parece haberse escrito la historia a su imagen y semejanza.
Inabarcable y difícil de clasificar, con una profesión rentable pero antipática como la de fabricante de armas, los americanos lo llamarían “agente nazi” y la Gestapo lo perseguiría por judío.
Esto último, al menos, era medianamente cierto. Había nacido en Viena en 1900, de padre judío y madre católica, y apenas cumplidos los 30 años se había hecho cargo de la empresa familiar. Tenía talento y sentido de la oportunidad, y en la Europa que se preparaba para la guerra el negocio comenzó a florecer.
Les vendió armas a Francia y a Suecia, a Alemania que se rearmaba en secreto, a Hungría, Polonia y Suiza, a Italia cuando invadió Etiopía (y a los etíopes para que se defendieran), a los dos bandos durante la guerra civil española, y a Bolivia en su guerra con Paraguay. Podía jactarse de algo: no era traficante sino productor, y en sus fábricas de Hirtenberg, a 30 kilómetros de Viena, trabajaban 25 mil obreros.
Por entonces, Mandl lucía siempre un clavel rojo en la solapa, fumaba sólo cigarros Havana y había comenzado a formar dos colecciones que lo mantendrían ocupado hasta sus últimos años: los trajes a medida, de los que según la revista Time llegaría a tener 278 en 1945, y las mujeres hermosas, que serían menos pero también suficientes: cinco esposas y una interminable lista de amantes.

Su primer matrimonio fue a los 21 años y le duró seis semanas; el segundo fue con Hedy Lamarr, una actriz que lo enamoró desnuda desde la pantalla de un cine; el tercero con Hertha Schneider; el cuarto con la argentina Gloria Vinelli, y el último con Monika Brueckelmayer, quien había sido su secretaria.
Como correspondía a alguien de su posición, Mandl era un hombre informado y a fines de los años 30 vio con anticipación el cataclismo que amenazaba a Europa. Dos días antes de que las tropas alemanas entraran en Viena, compró una villa en Cap d’Antibes, sobre la Costa Azul, y se retiró a esperar allí lo que iba a suceder. Tenía efectivo: un tiempo antes había convertido su fortuna personal en valores depositados en Francia y en Suiza, y sólo en París había guardado 15 millones de francos.
Cuando los nazis llegaron a Viena y tomaron su fábrica, empezó el litigio. Se dice que un amigo italiano, Benito Mussolini, intercedió por él, y entonces llegaron a un arreglo: a cambio de ceder el control operativo de su fábrica, Mandl recibió 170 mil libras esterlinas y 1.240.000 marcos alemanes, su padre fue liberado de la custodia invasora, y las propiedades personales confiscadas le fueron devueltas.
Entre estas había muebles, una colección de arte y otra de pianos, y algunos Rolls Royce. Uno de ellos era un modelo RR III landau de 1938, carrozado especialmente por Vaden Plas, que apenas pudo recuperar embarcó hacia un puerto seguro.
Fritz Mandl llegó a Buenos Aires en octubre de 1938. Además del Rolls venía con su padre, su hermana Renée, su banquero privado (a quien había rescatado de un campo de concentración), su amante Hertha Schneider y 700 toneladas de oro en lingotes que iba a depositar en el Banco Central.
No era la primera vez que estaba en la Argentina. Los primeros negocios en el país los había hecho en 1927, vendiéndole herramientas de precisión a la fábrica Borges, y 10 años más tarde había intentado –sin éxito– participar en las fábricas de armas de Río Tercero y de Villa María. Como la operación no había resultado, tuvo que diversificar la inversión: compró una arrocera en Entre Ríos, una fábrica de bicicletas en la capital, una mina de carbón en Mendoza, campos en todo el país, empresas en Uruguay y la cuarta parte de la Naviera Mihanovich. En 1939, cuando ya llevaba un año yendo y viniendo desde Buenos Aires, regresó de uno de sus viajes con un pasaporte diplomático que lo acreditaba como cónsul general de Paraguay en Monte Carlo.
Para 1941, las páginas de sociedad de los diarios se ocupaban frecuentemente de él. Vivía en un piso sobre la avenida Alvear; ocasionalmente le pegaba a su mujer, que lo denunciaba a la Policía; trataba de ser aceptado como socio en el Jockey Club, donde siempre le ponían bolilla negra, y se trasladaba continuamente entre un chalet que había comprado en Mar del Plata, una propiedad en la zona del Llao Llao, sobre el Nahuel Huapi, y el castillo que tenía en La Cumbre, que había hecho reformar para sacudirle el mal gusto de su dueño anterior.

En la Argentina peronista de la posguerra, en fin, no soplaron buenos vientos para Fritz Mandl.
Washington y Londres sospechaban del país y de Perón, que habían sido tan tolerantes con Adolf Hitler, y creyeron –o fingieron creer– que el austríaco era el cerebro de la fuga de nazis y el testaferro de sus capitales expatriados. Parece más cierto que no estaban dispuestos a tolerar que Mandl reiniciara su fabricación de armas en esa Buenos Aires inestable y belicosa, y las presiones acabarían con él, que terminaría regresando a Europa para remontar las fábricas que había recuperado.
Los recuerdos que hoy quedan de ese hombre en La Cumbre son borrosos, y lo pintan andando a caballo por las sierras, llegando a misa vestido de blanco, montado en un sulky, o recibiendo huéspedes con los que jugaba largas partidas de bridge. “El castillo era la casa que más le gustaba a mi padre”, recuerda Alejandro Mandl Vinelli, uno de los cinco hijos que tuvo con su exquisita sucesión de mujeres.
Pese a eso, Fritz Mandl dejó de ir allí hacia 1973 ó 1974, por miedo a que lo secuestrara algún grupo guerrillero. Moriría en Viena sin volver a ver el castillo, en 1977, y sería enterrado en Hirtenberg, donde había empezado a amasar su fortuna.

Capilla de San Roque


A pocas cuadras del centro de La Cumbre, sobre la calle Monseñor Pablo Cabrera, un camino de cómodo acceso, se ubica la Capilla de San Roque”.
Se encuentra al pie del Cristo Redentor y es la capilla más antigua y representativa de La Cumbre, se distingue por la simpleza de su construcción y un entorno que invita a la reflexión. Se estima que esta capilla se libró al culto en 1898.

Se pudo atestiguar en los libros sacramentales que guarda el archivo del Arzobispado de Córdoba en la sección del Curato de Punilla o Parroquia de Cosquín que se hicieron inscripciones de bautismos, matrimonios y defunciones en el llamado oratorio de Petrona de Olmos en los años 1880. Este oratorio, que fue el origen de la capilla, venera la imagen de San Roque y conserva los restos de su fundadora.

En sus Antecedentes Históricos de la Cumbre, Ignacio Olmos escribe: "La imagen del santo que se venera en la capilla y que todos los años sale en procesión por las calles de La Cumbre, es una bellísima imagen de vestir, de madera policromada, de mediana estatura y que, según una hipótesis del Lic. Alejandro Moyano Aliaga, bien puede ser la misma que se veneraba en la capilla de la estancia del Señor de San Roque enclavada al norte del Valle de Punilla, de propiedad del Cap. Antonio de Cabanillas y Ampuero, cuya nieta Josefa de Cabanillas y Amuchástegti y su esposo Estanislao Olmos y Aguilera serían los bisabuelos de Petrona."
Con la construcción de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, entre 1917 y 1920, la capilla San Roque, pasa a un segundo plano. Recién en 1924, con la llegada de sacerdotes de la Orden Benedictina, que ocupan el predio de San Roque, vuelve a tener preponderancia en la vida comunitaria de La Cumbre.

En marzo de ese año se inauguró la , tal como lo había pedido Petrona Olmos, en su testamento que la curia abriese una escuela para atender a los niños de las sierras.

Manuel Tassano dice:  "El primitivo culto a San Roque se le rendía en su propia capilla existente allá, por el siglo XVII a corta distancia al Este de la lujosa posesión de Buen Retiro, de cuya capilla hoy apenas se descubren sus ruinas. Este culto debió ser muy generalizado especialmente en tiempos de Antonio de Cabanillas el que habría dado a sus tierras el nombre de Señor de San Roque. Le siguieron después en esa devoción las familias de José Manuel Olmos y sus descendientes, uno de los cuales Petrona de Olmos le erigió la actual capilla de los grandes nogales en la que se exhibe la imagen tradicional."

San Roque nació, según la tradición, en Montpellier en 1295 aproximadamente, Francia y fue un peregrino que se desplazó a Roma. Recorrió Italia y se dedicó a curar a todos los infectados de la peste y falleció en olor a santidad. Su vida la tenemos que fechar con toda seguridad, a partir de la mitad del siglo XIV y su muerte en 1327, lo más probable fue en Voghera, a pesar de la hipótesis de Montpellier. Su devoción se extendió muy rápido a partir del siglo XV. Desde Venecia se extendió el culto hacia el mundo germánico y a los Países Bajos. En 1477, en ocasión de otra epidemia de peste, se fundó en Venecia una cofradía que bajo su honor se dedicó al hospedaje de enfermos de peste y que fue conocida como Confraternità o Scuole di San Rocco. Dicha agrupación fomentó la devoción al santo construyendo capillas y más centros de acogida por toda Italia. Una de las iglesias más conocidas que están dedicadas a este santo está en París, muy cerca del museo del Louvre, la hizo edificar Luis XIV en 1563. Toda Europa e incluso América Latina están sembradas de templos que le fueron dedicados.

Su santoral es el 16 de agosto. Santo protector ante la peste y epidemias, su intervención era solicitada por los habitantes de muchos pueblos y, ante la desaparición de las mismas reconocían la intervención del Santo, por lo que se le nombraba Santo patrón de la localidad.

El Cristo Redentor y el Vía Crucis


“Visible desde las rutas de acceso, es la señal inequívoca de que ya estamos llegando a La Cumbre.”
La escultura, encargada por el párroco José Luis de Murueta y realizada por el arquitecto y escultor Luis Ramacciotti fue inaugurada el 9 de julio de 1954 y está ubicada en la sierra denominada de La Viarapa. La figura tiene aproximadamente 9 m de altura, con una base de piedra y una estructura de hormigón armado, revestida en yeso. Todos los materiales fueron subidos a lomo de mula, hasta el sitio de su ubicación. A pocos metros de este monumento se encuentra una cruz, con que se identificaba el lugar desde 1916.

Constituye un paseo sumamente visitado por el turismo, pero además y principalmente es un lugar de oración al que llegan los feligreses de diversos puntos del país.
El pie del Cristo Redentor es el lugar donde se convocan cientos de fieles para realizar el Vía Crucis con antorchas. Durante todos los viernes de la cuaresma se han realizado vía crucis al Cristo Redentor en horas tempranas de la mañana donde las personas se unen en oración y fe.
Desde lo alto se aprecia una vista panorámica de la localidad que se extiende a sus pies hasta el horizonte en direcciones Norte, Oeste y Sur.

El Ingreso al complejo y el ascenso al Cristo es libre y gratuito. El recorrido tiene aprox. 250 m en subida, se recomienda calzado cómodo. En los últimos tramos del vía crucis el sendero tiene marcados desniveles. Transitar con precaución.
Cuando andes por La Cumbre, no te pierdas de esta sencilla pero encantadora oportunidad de subir al cerro y admirar esta bella obra y también el paisaje, es un paseo que no te lleva mucho tiempo, ni demasiado esfuerzo.

La Cumbre hoy

Un lugar en el mundo
 
Un pueblo pequeño, un lugar en el corazón de todos los que alguna vez transitaron sus calles y sus senderos serranos.
Un lugar donde el ritmo de la vida no ha sido aún afectado por la velocidad y el stress de las grandes ciudades.
La belleza del paisaje y la tranquilidad de su entorno hacen de La Cumbre un lugar ideal para una vida sencilla, en armonía con la naturaleza, una vida en la cual el hombre encuentra la oportunidad de redescubrirse y dar un sentido diferente a su pasaje por este mundo.
Con una población local de gente amigable y sencilla, con los brazos siempre abiertos para recibir al amigo con un corazón sincero, a este pueblo de encanto, enclavado en la serranía cordobesa, a más de 1000 metros sobre el nivel del mar, con un benigno y sumamente agradable clima templado, llegan las personas de los más diversos orígenes buscando un descanso, un alto en el camino...
...un lugar donde equilibrar el espíritu, un lugar para recuperar fuerzas, para encontrarse a si mismo, para desarrollar aquella vocación del alma que en otros medios había quedado postergada.
A este pueblo también llegan personas buscando una opción alternativa para el tiempo de vacaciones, tanto en invierno como en verano, La Cumbre brinda al visitante una estadía plena de encanto y si lo quiere también aventura.
El paisaje se transforma en invierno cuando la nieve bendice a la localidad, dando un particular encanto al lugar.
Excursiones por las sierras, campamento, hoteles de categoría, festivales folklóricos, vuelos en globo aerostático, parapentes y alas delta, son solo algunas de las opciones para el visitante.
Artesanos y artistas de diversas ramas abren las puertas de sus talleres y de sus casas recibiendo al visitante como se recibe a un amigo, mostrando aquello que tan bien saben hacer, permitiéndonos así llevar de regreso una auténtica muestra de la perseverancia y esfuerzo empeñados en el desarrollo de sus nobles artes; mucho más que un simple recuerdo...
La Cumbre es una hermosa villa, surcada de sinuosos caminos que permiten apreciar los agrestes contornos de la montaña junto a la verde serenidad del Valle.

Posee una variada gama de servicios de hotelería, gastronomía y entretenimiento. Su magnífica cancha de golf, sus clubes y complejos deportivos, y la propia naturaleza como escenario propicio para las mejores experiencias completan una atrayente propuesta, junto a tradicionales eventos para todas las edades."


Ubicación: Norte del Departamento Punilla, Pedanía Dolores, sobre una ladera de las Sierras Chicas llamada la Viarapa.
Distancias: 
Córdoba: 94 Km.
Capital Federal: 807 Km.
Altura sobre el nivel del mar: 1.141 m.  
Fiesta patronal: 16 de Julio- Virgen María - Nuestra Señora del Carmen.
Población permanente estimada:7.801 Habitantes


Historia de La Cumbre


“No posee una fecha de fundación. Se toma como fecha inicial del lugar el 30 de octubre de 1.585, cuando el teniente gobernador de Córdoba, Juan de Burgos, entrega a los hijos del capitn Bartolomé Jaime una porción de territorio en parte coincidente con la actual población."

Reseña histórica:

Museo Cacique Balata: 
 
Ubicado en el predio de 25 de Mayo 376, en la zona céntrica de la ciudad. Comparte las instalaciones con la Biblioteca “Ruznack”.
El museo posee piezas y utencillos de cerámica, hueso y piedra de la cultura Comechingón. Conanas, morteros, puntas de flecha y otros instrumentos aborígenes. Posee además animales embalsamados, cueros, insectos, piedras, muestrario de frutos, etc., que formaron parte del habitat de estos aborígenes. También posee material de similares características, pertenecientes a otras culturas de aborígenes argentinos y latinoamericanos. De igual modo ofrece algunos elementos de uso en la época colonial.
En tiempos de la llegada de los conquistadores por estas regiones, era jefe de las provincias aborígenes con asiento en las zonas de San Ignacio, Buen Retiro y Los Pencales, el Cacique Balata.
Según el relato sucesorio y de reparto de tierras entre los colonizadores hispanos, los parajes conocidos como "Hequexaques", "Lavaputos", "Machapo" y "Pinabac" - en lengua indígena - dado que "no eran sembradas por sus primigenios pobladores", fueron dados en merced el 30 de octubre de 1585 por Juan de Burgos, teniente gobernador de Córdoba, a los cinco hijos del capitán Bartolomé Jaime (Diego, Miguel, Alonso e Isabel Gonzlez, y Marina Sánchez).
En fecha posterior a 1619 - pero que no se ha podido corroborar con exactitud - el ya presbítero Alonso Gonzalez Jaime vendió su parte al capitán Jerónimo de Quevedo (1590-1668), quien formó en esas parcelas una estancia a la que llamó San Jerónimo.
Luego, el mismo capiátn adquirió con fecha 13 de agosto de 1633 algunas tierras vecinas, anteriormente llamadas "San Francisco del Valle de Punilla", y que antes de pasar por otros titulares, habían pertenecido a las hermanas Jaime.
Por su parte, el capitán Miguel Gonzalez Jaime - el restante hijo del comandante español - conservó en su poder el sector norte de la merced, donde levantó la estancia "Nuestra Señora del Rosario", que más tarde pasó a denominarse "Nuestra Señora de la Concepción", nombre que a partir de la segunda mitad del siglo XVIII fue sustituido por el de "Nuestra Señora de los Dolores".
Regresando a la extensa propiedad de Jerónimo de Quevedo, debe mencionarse que, bajo su administración, la explotación de la misma fue muy prspera, lo que quedaba evidenciado en la importante cantidad de cabezas de ganado y de plantaciones de frutales que poseía.
Paralelamente, antes de 1642, encaró la construcción de una capilla, que para algunos sería la "antigua" de San Roque, ubicada en los alrededores del Buen Retiro. A su muerte, en 1668, el establecimiento de campo fue dividido en dos partes, la del oriente (Potrero de San Jerónimo) pasó a manos de Juan de Quevedo, y la del occidente (del bajo o Estancia San Jerónimo) a manos de Antonia del Quevedo, quien estaba casada con el Capitn Luciano de Ceballos (1622-1687). Este último había adquirido, por su parte, el 10 de abril de 1654 la antes nombrada estancia de Nuestra Señora del Rosario.
De este modo, nuevamente quedaba unida la totalidad de la antigua merced de 1585, al ser propiedad del matrimonio compuesto por Antonia de Quevedo y Luciano de Ceballos. Pero, una vez ms se dividiría al pasar una fracción de la misma a disposición del hijo de esa unión, el Capitán Antonio de Ceballos (1646-1719). Tiempo después esa área, denominada "San Jerónimo" fue entregada por Ceballos en dote a su hija Ursula, al momento de casarse con Antonio de Garay.
A estos los hered su hija María Josefa de Garay y Ceballos quien contrajo enlace con Diego Bustos y Albornoz.
Luego, el límite del arroyo fue la convención divisoria para la nueva sucesión practicada por María Josefa Bustos (el centro de la propiedad) que después vendió a José Zapata (1767), y Antonio Bustos (las tierras ubicadas al norte).
Esta última posesión, con el nombre de "La Aguadita de San Jerónimo" pasó del matrimonio entre María Lucía Bustos y Roque Olmos a su hijo José Manuel Olmos.
Posteriormente, la estancia fue otorgada a la hija de José Manuel y Gregoria Olmos, Doña Petrona Olmos, fundadora de la actual Capilla de San Roque (1898).
Ya hacia fines del siglo XIX y principios del XX, se encuentran entre los grandes propietarios de tierras en la zona, Gregoria Iglesias de Zapata (1886), el Conde de la Casa de Orleans, Henry de Boucherville (1897), Juan Brooks Pea (1900) y Roberto Runciman (1921).
De 1890 data la primera escuela del lugar. En tanto, según el relato de algunos, para 1892 cuando pasa el ferrocarril, el pueblo ya tenía una incipiente formación. Al respecto, debe aclararse que, La Cumbre debe su nombre presumiblemente a la empresa que construía el ramal ferroviario Cosquín - Cruz del Eje, por ser el punto más alto de su recorrido, y también actuar como divisorio de aguas de la región.
La primera municipalidad fue creada en 1916, en base a la ley 2.389, siendo su intendente José Sanguinetti, quien tenía a su cargo el matadero del pueblo. Alrededor de la década del 20 se produjo una importante instalación de familias inglesas, que aportarán a la zona su porte señorial, manifestado en su arquitectura europea, lo cual en cierta forma marcará un contraste con las genuinas tradiciones criollas, presentes desde los tiempos inmemoriales en los dinámicos establecimientos campestres que existieron en la región.